Llegábamos a Zalla después de haber tenido la grave caída en Sabiñánigo, con el hombro a medio gas. No habíamos entrenado como debiéramos y al apretar de pie en la bici, sentíamos dolor en el acromio. Pero hasta la localidad vizcaína nos desplazábamos el viernes. Lo primero como siempre montar padock y asentarnos.
El sábado tocaba reconocer el duro y técnico trazado, donde hilar fino era clave para conseguir un buen puesto. Además teníamos que tener mucho cuidado con el hombro, donde una nueva caída podía hacernos mucho daño. Las sensaciones no fueron malas. Al contrario de lo que pensaba, me encontraba muy cómodo y confiado en las zonas técnicas y muy bien en las duras ascensiones. Pero eso era entrenando. En carrera todo puede cambiar.
Antes de dormir, tocaba relajarse a la luz de la luna, con una tila y música de fondo.
Toca calentar muy bien porque la salida se las trae. pero mi cuerpo no está por la labor y prefiere relajarse un poquito con música.....
itido inicial y salida con una rampa del 20% constante de 200 metros, donde cogemos la segunda posición, seguido de varios rivales.
Al coronar la misma, empezamos a encontrar corredores máster 40, que habían salido 1 minuto antes que nosotros. Conseguimos sortearlos como podemos, sabiendo que la primera vuelta es vital para hacer diferencias con tanto tráfico. Formamos un grupo de tres corredores los que conseguimos escaparnos. Por mi parte veo que aguanto el ritmo de mis rivales e incluso me veo con ganas de atacar a ver qué pasa.
Pero no consigo despegarlos y rodamos juntos hasta la última vuelta. Es ahí donde doy el todo por el todo, al empezar la dura ascensión inicial, para entrar en el sendero primero. Pero cometo un fallo al adelantar a un corredor de otra categoría y mi gozo en un pozo. Tengo que parar y soy adelantado por mis rivales que venían pisándome los talones. Por lo que entro en la senda en tercera posición. Siendo difícil adelantar en dicha zona, me conformo con esa tercera posición, para mantener el liderato.
Prefiero no arriesgar y que en una bajada pueda tener una caída. El hombro está aguantando pero la chispa no es la adecuada. Noto la falta de ritmo y sabiendo que vendrán tiempos mejores, no fuerzo en exceso en esa última vuelta. Al final un buen tercer puesto y toca felicitar a mis rivales que esta vez, han sido mejores.
Pero lo mejor del día estaba por llegar. La mujer de Iñaki Lejarreta, tristemente fallecido después de ser atropellado un 16 de diciembre del 2012 en Iurreta (Vizcaya), mientras entrenaba, Naiara Telletxea, estaba viendo la carrera y me hizo mucha ilusión poder saludarla. También comprobé lo mayor que está su hija Mairi, clavadica a su padre. A la instantánea se unió otro galgo, compañero de Iñaki en aquel fantástico equipo ORBEA; Rubén Ruzafa.
GO POWER!!!!
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